Después
de casi un cuarto de siglo, el exmandatario, Alberto Fujimori, deberá responder
por el secuestro, tortura y asesinato perpetrado en 1992 contra 6 pobladores de
Pativilca, a manos del Grupo Colina, que obedecía órdenes del desactivado
Servicio de Inteligencia del Ejército, SIE.
Este
execrable caso, que no ha tenido la difusión de las otras masacres perpetradas
durante la fenecida dictadura, se reactiva luego de que el Tercer Juzgado Penal
Nacional elevase el requerimiento de la ampliación de la extradición del
exdictador al encontrar suficiente evidencia de su responsabilidad.
El
caso se remonta al 29 de enero de 1992, ocho semanas después de la masacre en
Barrios Altos, cuando efectivos del destacamento Colina se desplazaron a dos
anexos de Pativilca, Barranca, donde secuestraron, torturaron y ejecutaron a
seis personas.
La
matanza, una de las más crueles durante el fujimorato, se esclareció en gran
parte gracias a las confesiones de ex agentes del siniestro escuadrón de
aniquilamiento confesaron que participaron en la sangrienta operación.
De
acuerdo con la resolución de la Sala Penal Nacional que solicita investigar al
destacamento Colina por el crimen de Pativilca, la confesión del técnico de
segunda EP(r) Jorge Ortiz fue clave para descubrir a los autores materiales e
intelectuales del séxtuple homicidio.
Ex
agentes del siniestro Grupo Colina que confesaron que su destacamento dependía
directamente por cadena de mando del expresidente Alberto Fujimori, de su
exasesor de inteligencia Vladimiro Montesinos, y del ex comandante general del
Ejército, Nicolás Hermoza Ríos.
“En
la sesión del 27 de febrero de 2007 del proceso seguido al destacamento Colina,
el ex agente Jorge Ortiz Mantas reveló ante la Sala Anticorrupción que en 1992
(el equipo de agentes del SIE) realizó operaciones especiales, que incluían
acciones de vigilancia, secuestro y aniquilamiento. El operativo al que se
refería Ortiz, y que fuera corroborado por otros miembros del destacamento
Colina, fue el secuestro y asesinato de seis pobladores de los anexos Pampa San
José y Caraqueño, en Pativilca“, señala el expediente judicial.
César
Rodríguez al pie de la tumba de su padre, César Rodríguez Esquivel, secuestrado
y ejecutado por el Gurpo Colina en Pativilca. Foto: La República/ Luis
Centurión.
Jorge
Ortiz Mantas es una pieza clave en el proceso porque el jefe operativo de
Colina, mayor PNP (r) Santiago Martin Rivas, lo reclutó personalmente para
formar parte del comando de aniquilamiento.
Otros
ex integrantes del destacamento Colina, convertidos en colaboradores eficaces,
corroboraron a las autoridades judiciales las circunstancias en que fueron
secuestrados tres campesinos, un chofer, un profesor y un estudiante en
Pativilca.
De
acuerrdo a los expedientes judiciales “la declaración de un colaborador
eficaz (…), informa sobre las muertes de pobladores en Caraqueño y San José,
ocasionadas por miembros del grupo Colina, indicando como partícipes de dicho
destacamento al encausado Wilmer Yarlequé Ordinola (ex miembro del grupo
Colina)“.
Otro
colaborador eficaz manifestó que “el día de los hechos participó como conductor
de uno de los vehículos (usados en el operativo de Colina), enterándose que
habían eliminado a los detenidos en Pativilca“.
Matanza
por encargo
El
Grupo Colina había dejado dejó de lado la máscara de la guerra antisubversiva
para actuar como sicarios el 2 mayo de 1992, al secuestrar y ejecutar a nueve
campesinos de El Santa, por un “encargo” que le dio el general Nicolás Hermoza
al mayor Santiago Martin Rivas.
Esn
esa oportunidad un empresario chino , quien enfrentaba una disputa por unos
terrenos, acusó falsamente a las víctimas de senderistas y pidió a un familiar
cercano al general Hermoza que se hiciera cargo de los pobladores.
El
caso Pativilca se asemeja mucho a lo sucedido en El Santa. Entre uno y otro
hecho de sangre solo hay cuatro meses de diferencia.
Veintitrés
años después de la masacre de Pativilca, los familiares John Calderón Ríos
(18), Toribio Ortiz Aponte (25), Felandro Castillo Manrique (38), Pedro Agüero
Rivera (35), Ernesto Arias Velásquez (17) y César Rodríguez Esquivel (29) no
saben con certeza por qué los mataron entre las 2 y 4 de la mañana del 29 de
enero de 1992.
Cruel
ensañamiento con torturas
Con
escalofriante sadismo, los verdugos del Grupo Colina torturaron a los seis
rehenes de Pativilca con quemaduras de soplete en diferentes partes del cuerpo,
incluido el ano, y los patearon hasta el cansancio , para después rematarlos
con balazos en la cabeza.
Los
cadáveres fueron lanzados en un cañaveral y nunca se esclareció los motivos que
llevaron a los asesinos del Grupo Colina actuar con ese ensañamiento inusitado.
El
pedido de ampliación de extradición para juzgar al exdictador, Alberto Fujimori
por la matanza tomó por sorpresa a los familiares de las víctimas.
“Mi
hermano Felandro era el cuarto de 8 hermanos. Era un muchacho muy tranquilo, el
más sano de todos. No estaba metido en actividades políticas, o con los del
partido (senderista), para decir que lo mataron por eso”, declaró Domingo
Castillo Manrique.
“Si
hubiera sido terrorista, él hubiera estado escondido. Pero estaba con nosotros,
durmiendo. No sabemos por qué se lo llevaron. Acá mucha gente ha sido
confundida. Nosotros sabíamos quiénes estaban metidos con el terrorismo, pero
esa gente desapareció días antes“, agregó.
El
testimonio de Jos{e Ruva Agüero es revelador y estremecedor:
“Escuché
llegar autos cerca a la casa, entonces subí al techo para ver lo que estaba
pasando. Pude observar dos camionetas que se estacionaron frente a mi casa de
donde descendieron cerca de 20 personas. Alumbraron la casa con un reflector y
de inmediato ingresaron. Entre los sujetos estaba una mujer vestida con ropa de
militar y el rostro cubierto con pintura. Tenía el pelo teñido y era de baja
estatura. Cuando ingresaron en la casa apuntaron con sus armas a mi madre
(Anuncia Rivera Santos), la golpearon en la cabeza con un arma larga, también a
mi padre (Román Agüero Aldave). Mi hermano Pedro salió en defensa de mis
padres, pero lo amenazaron con matarlo. Lo ataron de pies y manos, lo
envolvieron en una frazada y se lo llevaron con rumbo desconocido“.
“Nos
encerraron con candado para que no saliéramos. Por miedo esperamos hasta al
amanecer. Al salir coincidimos con otras personas que también buscaban a sus
familiares. Como a las seis de la mañana, un amigo que bajaba con su camión nos
dijo que había visto varios cuerpos en un cañaveral muy cerca. Cuando llegué lo
que vi era espantoso. Mi hermano tenía disparos en la cabeza. Todos los cuerpos
presentaban quemaduras y quemaduras con soplete en las partes íntimas“,
precisó.
Por
su parte Sonia Ortiz declara: “Mi hermano Toribio Ortiz Aponte era estudiante.
Creemos que lo han matado por equivocación. Se enfrentó a las personas que
vinieron a buscarlo, les dijo que cometían un error, pero igual se lo llevaron.
La verdad no sabemos hasta ahora qué pasó. El día que lo secuestraron iba a ir
a Barranca a recoger su certificado de mecánico. Mis padres fallecieron sin que
se hiciera justicia“.
La
cadena de mando
El
8 de febrero del 2008 el ex agente Jorge Ortiz Mantas formuló un testimonio que
incriminó al ex comandante general del Ejército Nicolás Hermoza Ríos, quien
dependía directamente del ex jefe del Estado Alberto Fujimori.
–¿Cuál
era la cadena de mando de Colina?– le preguntaron.
-(El
mayor Santiago) Martin Rivas, (el coronel) Fernando Rodríguez Zabalbescoa, (el
general Federico Navarro Pérez, el director de la Dinte, el jefe de Estado
Mayor y el comandante general del Ejército (Nicolás Hermoza). Nos dieron un
almuerzo, lo que demuestra que el general Hermoza sabía.
–¿Es
posible que actuaran sin conocimiento de los superiores?.
-En
el Ejército no es posible. Nada se hace sin una orden superior.